El viñedo se manejó aplicando cuidadosamente las mejores prácticas agrícolas y se obtuvo un rendimiento inferior a un kilo por planta.
En los primeros días del mes de marzo se realizó la cosecha manual recolectando los racimos en pequeños cajones.
A dos días de maceración en frío de las uvas ligeramente estrujadas siguió la fermentación en cubas de acero inoxidable, a temperatura controlada y acompañada de remontajes diarios que lograron la extracción deseada. El vino permaneció luego por veinte días en contacto con los hollejos.
La crianza se realizó en barricas de roble francés, nuevas y de segundo uso, durante 12 meses.
Fue embotellado preservando al máximo sus cualidades, por lo que pueden encontrarse sedimentos naturales.